Los niños romanos nacidos libres seguirían llevando la bulla, junto a la toga praetexta, hasta la edad de portar la toga viril, a los 16 años, cuando pasaban a la edad de la adolescencia y llegaban a ser ciudadanos romanos. Se guardaba entonces con sumo cuidado, consagrándola a los dioses Lares o a Hércules. La podían volver a sacar en ocasiones especiales, como cuando llegase a general y dirigiera un desfile triunfal de sus tropas. El ponerse la bulla durante esas ceremonias le protegería contra las fuerzas del mal y las envidias de los hombres.
Las niñas no llevaban bulla, sino otro tipo de amuleto, denominado lúnula, hasta la víspera de su matrimonio, cuando se la retiraba, al mismo tiempo que sus juguetes infantiles. Entonces, dejaban también de usar ropa de niña y empezaban a usar los vestidos romanos de mujer.
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